La Sonda de la NASA despegó ayer desde Estados Unidos rumbo a una luna del planeta Júpiter para investigar si su composición permite albergar vida, un descubrimiento que tendría implicaciones vertiginosas.
Europa Clipper tardará cinco años y medio en llegar a Júpiter, donde entrará en órbita alrededor del gigante planeta gaseoso y se acercará a Europa con sobrevuelos bañados de radiación. La sonda despegó acoplada a un cohete Falcon Heavy de SpaceX desde el Centro Espacial Kennedy, en Florida, poco después del mediodía.
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La NASA confirmó más tarde haber recibido una primera señal de la sonda, que "funciona como se esperaba".
Se trata de un mundo que la agencia espacial estadounidense no ha observado aún de una forma tan detallada. Bajo su superficie de hielo hay un océano de agua líquida, estiman los científicos. El viaje será largo: la misión llegará a Europa, uno de los satélites de Júpiter, en abril de 2030.
"Europa es uno de los lugares más prometedores para la búsqueda de vida más allá de la Tierra", aseguró Gina DiBraccio, funcionaria de la NASA.
La sonda no buscará la vida; no tiene detectores de vida. En cambio, la nave espacial se concentrará en los ingredientes necesarios para sostener la vida, en busca de compuestos orgánicos y mira debajo del hielo en busca de condiciones adecuadas.
"Es una oportunidad para nosotros de explorar no un mundo que pudo haber sido habitable miles de millones de años atrás", como Marte, "sino uno que podría ser habitable justo ahora", dijo Curt Niebur, a cargo de la parte científica de la misión.
La sonda es la más grande diseñada por la NASA para la exploración interplanetaria, llega a 30 metros de largo con sus paneles solares extendidos, diseñados para captar la débil luz en el camino a Júpiter.
Las primeras imágenes cercanas de Europa, cuya existencia se conoce desde 1610, fueron hechas por la sonda Voyager en 1979, que revelaron las misteriosas líneas rojizas sobre su superficie.