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Cambios en calidad de agua de Bacalar abrieron paso al pez Diablo

Su presencia es un indicador del daño ambiental y exige medidas urgentes de conservación y educación ambiental.

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El pez diablo ha llegado a la Laguna de Bacalar, encendiendo las alertas ambientales.Créditos: Efraín Castro

La doctora Martha Valdez Moreno, especialista en Zoología, presentó para el Consejo Quintanarroense de Humanidades, Ciencia y Tecnología (Coqhcyt) su reporte de “Características y presencia del pez diablo en el Estado de Quintana Roo”. Explicó cómo esta especie exótica invasora, proveniente de Sudamérica, logró establecerse en los cuerpos de agua de la zona sur y cuáles son los riesgos que representa para el equilibrio ecológico.

Valdez Moreno recordó que los primeros registros del pez diablo en México datan de 1995, cuando se reportaron problemas en la presa Infiernillo, en Michoacán. La invasión afectó la producción de tilapia, alteró la dinámica ecológica y modificó la economía local. Desde entonces, el pez comenzó a expandirse hacia las cuencas del Grijalva y el Usumacinta, con presencia confirmada en Chiapas, Tabasco y Guerrero.

En el caso de Quintana Roo, la alerta llegó en 2012, cuando se documentó su avance desde Belice por el río Hondo. Para 2013 se registraron los primeros ejemplares en comunidades ribereñas, aunque el mayor impacto se confirmó hasta 2025 con la aparición del pez en la Laguna de Bacalar. Investigadores del Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) verificaron su presencia mediante expediciones en cenotes como Cocalitos y Negro, donde también pobladores locales lograron capturar ejemplares.

La doctora Martha Valdez Moreno presentó un reporte sobre esta especie invasora en Quintana Roo.

La especialista explicó que el pez diablo, conocido en los acuarios como “limpia peceras”, puede alcanzar hasta 70 centímetros de longitud y posee una coraza formada por placas óseas. Esta característica lo hace resistente y difícil de depredar. Además, cuenta con espinas duras en sus aletas y una notable capacidad de sobrevivir fuera del agua hasta por tres días, lo que facilita su dispersión.

Su dieta basada en detritos lo convierte en un competidor directo de especies nativas como los cíclidos y mojarras, ya que destruye sus nidos y consume sus huevos. También provoca erosión en las orillas de lagunas y cenotes debido a que cava madrigueras para reproducirse, lo que debilita muelles y cambia la calidad del agua.

“La presencia de esta especie no sólo impacta la biodiversidad, sino también al turismo, ya que modifica el atractivo natural de sistemas como Bacalar”, advirtió la doctora Valdez Moreno.

La expansión del pez diablo amenaza la biodiversidad y el atractivo turístico de Bacalar.

Un aspecto preocupante es la coincidencia entre la aparición del pez y el deterioro de la calidad del agua en Bacalar. Según la investigadora, la reducción del manglar y la deforestación han favorecido condiciones propicias para que el pez diablo se establezca. A diferencia de otras especies, este pez prospera en ambientes con agua de menor calidad, lo que refleja un indicador claro del daño ambiental en la zona.

Valdez Moreno subrayó la necesidad de apoyar la investigación científica y aplicar medidas de conservación. Explicó que una especie se vuelve invasora cuando, tras ser introducida a un ecosistema ajeno, encuentra condiciones favorables para reproducirse y desplazar a las especies nativas. En este sentido, hizo un llamado a la sociedad y a las autoridades para fortalecer la vigilancia y la educación ambiental.

“El futuro de nuestras lagunas depende de las decisiones que tomemos ahora. Si queremos conservar la riqueza natural y el turismo de Quintana Roo, debemos proteger nuestros ecosistemas de especies invasoras como el pez diablo”, concluyó.