En los últimos días, la ya de por sí compleja relación de México con Estados Unidos se complicó por una serie de contradicciones entre el discurso de la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum Pardo, y comunicados de agencia antidrogas norteamericana (DEA), sobre posibles operaciones en la frontera para combatir a los capos de los cárteles de la droga de nuestro país, considerados como terroristas por el gobierno de Donald Trump.
Pero lo cierto es que las discrepancias sólo están en la forma, pero no en el fondo.
A final de cuentas, y aquí lo hemos comentado, a México le conviene la ayuda de los estadounidenses para bajar la presión de la guerra del narco que Sheinbaum Pardo heredó de la administración anterior.
Pero, a la vez, a los vecinos del norte les interesa bajar los índices del tráfico de estupefacientes que se consumen en su territorio.
La DEA anunció en un comunicado reciente sobre el mencionado acuerdo para operar en la frontera, en un denominado Proyecto Portero.
Un acuerdo que, de inicio suena interesante porque la DEA ya no sólo hace referencia de los cárteles mexicanos, sino también de las organizaciones estadounidenses que facilitan el trasiego de la droga y son intermediarios con quienes se dedican a su distribución en territorio norteamericano.
Sin embargo, en un presunto desmentido, la mandataria mexicana volvió a reiterar que se respetará la soberanía nacional, pero aceptó que hay acuerdo para que agentes de Estados Unidos “asesoren” a militares mexicanos en las tareas de combate.
Como dijera el poeta y cantautor cubano Silvio Rodríguez: “No es lo mismo pero es igual”.
Y para muestra un botón: la reciente incursión de un avión espía estadounidense en territorio nacional para ubicar lugares estratégicos del narco y que de inmediato fue justificado como una petición del gobierno de México.
Así que no se descarta que, con cierta prudencia, agentes del vecino país incursionen para llevar a cabo operaciones militares en territorio mexicano, con el apoyo de las Fuerzas Armadas mexicanas.
Por lo pronto, hoy por hoy, la mayor tensión de una intervención estadounidense está en Venezuela, donde parece inminente la detención del presidente (espurio para muchos venezolanos), Nicolás Maduro, quien incluso ya hizo un llamado a una rebelión popular ante lo que él ha llamado “amenazas del gobierno de Trump”.
Por lo pronto, ya hay buques de guerra de los Estados Unidos en las costas venezolanas.
¿Buen presagio?: El largo paseo que realizó la presidenta Sheinbaum Pardo, acompañada por la gobernadora Mara Lezama Espinosa, por las calles de Chetumal, donde convivió con algunos habitantes, parece reforzar las buenas intenciones federales y estatales de darle un buen impulso económico a la capital del estado. Parece también un refuerzo a lo que recientemente anunció en esa ciudad el secretario federal de Economía, Marcelo Ebrard Casaubón.