La riqueza del zooplancton que habita en el sur de Quintana Roo vuelve a destacar en el ámbito científico, gracias a los estudios encabezados por el doctor Manuel Elías Gutiérrez, especialista en Ciencias y uno de los investigadores más reconocidos en el campo de la fauna microscópica acuática. Sus recientes observaciones en el Cenote Azul y la laguna de Bacalar fortalecen la teoría de que esta región posee especies únicas, muchas de ellas endémicas, que solo habitan en estos cuerpos de agua.
A través del Consejo Quintanarroense Humanidades, Ciencia y Tecnología (Coqhcyt), el investigador informó que Quintana Roo cuenta con uno de los laboratorios de zooplancton más importantes del mundo, un espacio que ha permitido ampliar el conocimiento sobre los organismos microscópicos que sostienen la vida en los ecosistemas acuáticos. Según explicó, el zooplancton es la base de la cadena trófica, ya que alimenta a organismos mayores y garantiza el equilibrio ecológico.
El doctor Elías Gutiérrez señaló que trabajó durante años en la identificación de especies, primero con herramientas tradicionales y luego con técnicas modernas basadas en ADN. Explicó que el uso de esta molécula permitió reconocer con precisión cientos de organismos que antes no era posible clasificar.
Estas técnicas llevaron a la conclusión de que Bacalar alberga decenas de especies únicas y que parte de ellas también aparecen en la bahía de Chetumal, lo que indica una conexión subterránea entre ambos sistemas.
Sin embargo, el caso del Cenote Azul ofrece un escenario distinto. Los análisis recientes revelan una diversidad independiente a la de Bacalar, lo que sugiere la existencia de un ecosistema autónomo que no comparte conexión subterránea con la laguna. De acuerdo con el especialista, la química del agua apoya esta hipótesis, pero los estudios del zooplancton confirmaron diferencias más profundas.
Con nuevos dispositivos de muestreo, el equipo obtuvo una cantidad impresionante de organismos, de los cuales cerca del 80 por ciento no tenía registro previo.
El doctor destacó que los cambios en el uso de suelo en la península de Yucatán afectan estos sistemas, aunque estén alejados entre sí. Cuando grandes volúmenes de agua de lluvia se filtran por zonas deforestadas o con actividad agrícola intensa, arrastran nutrientes y contaminantes que ingresan a los mantos subterráneos. Esto provoca alteraciones que modifican las condiciones de cuerpos de agua como Bacalar, lo que explica cambios repentinos en coloración o composición biológica.
El investigador recordó que los estudios formales iniciaron en 2020, luego de la tormenta tropical Cristóbal, la cual inundó grandes áreas del sureste. La laguna de Bacalar tomó un tono café debido al arrastre de sedimentos y fertilizantes, situación que alertó a los especialistas. Un mes después, el equipo inició muestreos mensuales y observó un cambio radical: unas 37 de las especies conocidas desaparecieron.
Durante su explicación, el investigador afirmó que el zooplancton es esencial para entender la salud de los ecosistemas. Los organismos que lo integran se desplazan de forma vertical durante el día y la noche, evitan depredadores y se alimentan de fitoplancton, que es el responsable de la fotosíntesis en ambientes acuáticos.
Al transferir energía hacia niveles superiores de la cadena alimentaria, permiten la existencia de peces pequeños, especies mayores y, finalmente, depredadores como tiburones.
El doctor Elías Gutiérrez recordó que la mayor parte del agua disponible para la vida terrestre es menor al uno por ciento del total del planeta, por lo que estudiar los sistemas de agua dulce es una prioridad. Señaló que el zooplancton que habita en estos ambientes “es vital y sostiene la vida de todos los organismos que dependen de lagos, cenotes y lagunas”.
Con sus descubrimientos en Bacalar y el Cenote Azul, el equipo de investigación fortalece la importancia de conservar estos cuerpos de agua y estudiar sus dinámicas. Las nuevas especies encontradas representan una oportunidad para ampliar el conocimiento científico global y también una advertencia sobre la fragilidad de los ecosistemas.
“El zooplancton es la base de la vida”, afirmó el investigador. “Si sus condiciones cambian, todo el ecosistema lo resiente”.
Su trabajo continúa y se espera que nuevos estudios confirmen la singularidad del Cenote Azul y revelen más datos sobre la diversidad microscópica del sur de Quintana Roo.