Con una visión que combina conciencia ambiental, creatividad y emprendimiento, mujeres playenses lideran proyectos que están redefiniendo la forma en que la sociedad percibe los residuos y la economía circular. Desde la iniciativa Mi Ruta de Reciclaje, encabezada por Alejandra González Cabrera, hasta la marca Reantigua de Kichkelem Escalera García, el reciclaje se ha convertido en un espacio de empoderamiento femenino y transformación social.
Durante la Primera Convención de Mujeres en el Reciclaje, organizada por Mi Ruta de Reciclaje, se destacó la participación creciente de mujeres en este sector. González Cabrera explicó que el 95% de las recolectoras pertenecientes al programa son mujeres que día a día recorren las calles para recolectar residuos y promover la educación ambiental.
“Queremos que la ciudadanía sepa cómo y dónde reciclar, y que las mujeres encuentren en esto una oportunidad de independencia económica”, señaló.
El encuentro, que se desarrollará durante dos días, incluirá ponencias sobre temas como el papel del tercer sector en el reciclaje, impartida por la licenciada Ismerani, además de talleres prácticos de reutilización de materiales y charlas sobre la economía circular. El objetivo es generar alianzas entre quienes recolectan y quienes transforman los desechos en nuevos productos, fortaleciendo así una red de colaboración local.
González Cabrera subrayó que el reciclaje no solo es una práctica ambiental, sino también una herramienta social.
“Las mujeres que participan en la recolección no solo contribuyen al cuidado del planeta, también generan ingresos para sus familias. Cuando llegamos a las casas y explicamos qué se puede y qué no se puede reciclar, estamos creando conciencia y cambiando hábitos desde lo cotidiano”, explicó.
Una de las expositoras destacadas del evento es Kichkelem Escalera García, fundadora de Reantigua, un taller de ecodiseño y restauración artística que combina sustentabilidad con estética. Licenciada en Educación Ambiental, Escalera ha hecho del reuso una filosofía de vida.
“Venimos de una cultura muy consumista. Todo lo que compramos tiene detrás transporte, envolturas, materiales y emisiones. Reusar es el primer paso para cambiar eso. Lo que mucha gente ve como basura, yo lo veo como una oportunidad para crear”, afirmó.
En su espacio, ubicado en Playa del Carmen, Reantigua transforma objetos desechados —botellas, madera, lámparas viejas— en piezas decorativas y funcionales. Cada creación refleja una historia, una segunda vida para materiales que habrían terminado en los tiraderos.
“Hay que ser conscientes de lo que consumimos y de cómo desechamos. Si todos aportamos desde nuestra trinchera, lograremos un impacto real”, señaló.
Ambos proyectos reflejan una tendencia en crecimiento: la de convertir la sostenibilidad en una práctica comunitaria. En un municipio donde la generación de residuos aumenta con el turismo, estas mujeres impulsan una nueva narrativa sobre el valor de los desechos.
Desde sus trincheras, Alejandra González y Kichkelem Escalera coinciden en que la educación ambiental es la base del cambio. Una enseña a separar y recolectar, la otra transforma y reinterpreta los objetos. Ambas promueven una misma idea: que el reciclaje no es un deber, sino una oportunidad para construir una sociedad más consciente, solidaria y creativa.